miércoles, 15 de julio de 2015

NUEVA NOVELA

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martes, 14 de julio de 2015

.- un matrimonio diferente .- ULTIMOS CAPITULOS Y FINAL

-Capitulo 33-
Reconocía que jamás había tenido la intención de lastimarla.
Tom le había dado el status que su padre había querido para ella, como precio de su silencio. ¿Qué más podía esperar? El amor no había sido parte del trato ni siquiera entonces. Y de un modo u otro ella iba a tener que soportarlo.
- Ayer... – dijo ella sin saber muy bien qué iba a decir, pero con la firme intención de acortar el abismo que se había alzado entre ambos.
- Quería matarte – murmuró Tom con una entonación neutra -. Pero no me había dado cuenta de lo amargada que estabas. Nunca se me había ocurrido ponerme en tu lugar. Tú siempre parecías contenta. No mostrabas ningún signo de infelicidad.
- No estabas allí para verlo, y además yo aprendí a esconder mis sentimientos.
- ¿Por qué te quedaste conmigo? Necesito saberlo – dijo Tom -. Ahora me doy cuenta de que no podía ser por dinero, cuando estabas dispuesta a perderlo todo e irte con Schafer. ¿Entonces por qué seguiste a mí lado durante tanto tiempo?
_________ tenía las mejillas encendidas. La mirada de él era como una acusación que pesaba sobre ella.
- La primera vez que te vi... bueno, sé que te parecerá estúpido ahora, pero para mí fue amor a primera vista.
- No me parece estúpido – dijo él.
Era difícil decirle esas cosas, y Tom quería ayudarla haciendo ver lo que estaba diciendo no era una tontería. Pero a _________ le costaba hablar de los sentimientos. Había sido tan fácil decir “Te quiero” a Gustav cuando él se lo había dicho la primera vez...
- ¿Te ha pasado alguna vez? Quiero decir, algo así, ¿como un amor a primera vista? – susurró ella, de modo casi inaudible.
- Sí – contestó él -. Fue algo instantáneo, y me dio mucho miedo. Estaba como atontado, había perdido el control. No me gustó.
_________ bajó la cabeza. Era evidente que se refería a Eleni Kiriakos. Él tenía entonces dieciocho años, recordó _________. Pero le dolía de todos modos saber que otra mujer había sido capaz de despertar en Tom un sentimiento tan intenso. Y se imaginó que si Eleni no hubiese estado tan preocupada por sus estudios, Tom hubiese seguido enamorado de ella.
- Me estabas contando como te sentías... – le recordó Tom.
- Era tan inocente... Al principio pensé que tú sentías lo mismo. Tú solo estabas ligando conmigo, pero yo no tenía experiencia, y no me di cuenta – dijo ella con amargura -. Así que puedes echarme la culpa por lo que hizo Max. Si no me hubiese enamorado de ti y lo hubiese demostrado tan claramente, tal vez él no hubiese pensado nunca en chantajearme...
- No fue culpa tuya, sé que te eché las culpas en el banco, pero dije lo que primero que se me ocurrió. Tú no tenías la culpa, pero eras la hija de Max, y la presión con la que había vivido hasta su muerte combinada con el descubrimiento de la caja que no contenía lo que yo buscaba, me hicieron perder la cabeza. Tal vez sea un poco tarde, pero lamento el modo en que te enteraste de los tratos de tu padre.
_________ estaba extrañada de que no hubiesen llegado ya a la casa de su madre. Por lo que había dado a entender Tom, no era muy lejos. Pero luego pensó que tal vez no quería que conociera a su familia en un momento de tensión como ése que atravesaban: prefería guardar las apariencias.
- Creo que es importante que seamos sinceros el uno con el otro. Me has dicho que tú me amabas al principio de nuestro matrimonio... ¿Cuándo dejaste de amarme? – preguntó él bajando la mirada.
- Simplemente te excluí de mi vida. No recuerdo cuándo.
- ¿Entonces por qué seguiste conmigo?
- Mi padre estaba tan orgulloso de mi boda contigo, que también quería ganarme tu amor.
Tom suspiró profundamente.
- Mira, de todos modos no pretendo que te sientas mal por ello. Tuviste la mala suerte de dar conmigo, y que yo estuviera como estaba contigo. Max nunca me hizo caso, y luego tú tampoco. No fue un trato ventajoso. Pero era algo a lo que estaba acostumbrada, a que me organizaran la vida.
- Pero te hice daño. Debo haberte hecho mucho daño continuamente – la voz de Tom sonaba severa.
- Si no tienes grandes aspiraciones y el suficiente respeto por ti misma, aceptas que te hieran, porque en cierto modo crees que tú lo has provocado. Y yo lo provoqué.
- Tú no provocaste ni el diez por ciento de todo lo que yo te he hecho pasar.
_________ dejó de mirar a la nada y fijó los ojos en Tom. Se pasaba nerviosamente los dedos por el pelo, y estaba pálido.
- ¿Por qué te tienes que sentir culpable? – preguntó ella confundida -. Nosotros no estábamos casados realmente.
- Pero ahora sí lo estamos. Tienes el vaso vacío. Déjame que te sirva otro trago – dijo él.
_________ se sentía un poco mareada. Si no hubiese sido porque estaba bebiendo zumo de naranja, habría jurado que estaba afectada por el alcohol.
- ¿Hemos pasado por esta calle antes? – preguntó ella viendo una iglesia que resultaba familiar.
- Tal vez Giorgio esté tratando de encontrar un atajo – dijo Tom.
- Me da la sensación de llevar toda una vida metido en este coche.
- Las conversaciones importantes pueden tener ese efecto.
- Pensé que eran indignas de ti.
- No, cuando mi matrimonio está en juego.
_________ no podía creer lo que oía. No era el tipo de afirmación que pudiera hacer Tom. Bebió nuevamente el zumo.
- ¿Sabes? Eres magnífico... – murmuró _________ como si hablase sola, y era verdad, no había más que verlo tan alto, de piel blanca.
Tom se sentó más cerca y le tomó la mano.
- Quiero que me perdones por mi actitud de ayer.
_________ sentía que Tom le estaba diciendo lo que ella quería oír. Y había algo que le decía que no era sincero. “Mi matrimonio está en juego”. No podía ser.
De pronto se dio cuenta de que hasta que el certificado no apareciera, Tom querría seguir casado con ella. El día antes, ella, por primera vez, se había enfrentado a Tom. Y tal vez él temiera que _________ estuviera dispuesta a separarse sin medir las consecuencias para su familia y para él mismo.
- No debes decir eso. En realidad yo fui un poco insensible.
- No, fui yo el insensible.
- Pero yo...
- Fue culpa mía – la volvía a interrumpir, un poco irritado.
- Pero yo debí...
- No quiero oír una palabra más – dijo él con una sonrisa increíblemente atractiva.
Pero _________ notaba el enojo que él apenas podía reprimir y que tensaba la atmósfera.
- Tom... No voy a dejarte otra vez – le dijo ella, sintiéndose culpable por el hecho de que él se viese obligado a frenar sus supuestos impulsos a marcharse de su lado -. Sé que no puedo, a no ser que encuentre ese certificado.
- Imposible – dijo él, cortante.
- Pero tú me dejarías ir inmediatamente si apareciera.
- Yo no diría eso.
- ¿Abrirías una botella de champaña y bailarás, entonces?
- No digas tonterías.
Tom sostuvo el vaso que ella estuvo a punto de tirar, y luego lo dejó a un lado.
- ¿Es ésa la misma iglesia de antes? ¿No estará perdido Giorgio?
Tom descolgó el teléfono y le dijo algo al chofer.
_________ movió los hombros y se quitó los zapatos.
Luego se preguntó por qué había hecho algo así. Y la verdad era que se sentía muy relajada, y a la vez excitada.
Tom la observaba. Luego le tomó la mano. La sangre de _________ se aceleró. Sus pechos se pusieron alerta. Sus pezones se habían vuelto más sensibles.
Hubo un silencio largo. Y luego, Tom, en un movimiento rápido, se aferró a las caderas de _________, y la puso encima de él. Entonces la besó apasionadamente, desesperadamente.
_________ le miraba como si estuviera al margen de la escena.
- ¿Tom?
- No sabes lo que estás haciendo... – murmuró él.
- Sé lo que quiero hacer – entonces _________ se rió, y le lamió la línea de la boca.
Las manos de Tom se posaron en los antebrazos de ella, y en un movimiento que pareció apartarla, la apretó aún más contra él. La volvió a besar con pasión. _________ disfrutaba de su beso, y la excitación creciente se iba apoderando de ella como una ola que la envolviese.
De pronto él se paró, apoyando su cara contra la de ella, y le dijo.
- Soy un desgraciado... Soy todo lo que tú me has llamado y más, y ahora daría diez años de mi vida por hacer el amor contigo. Es una agonía...
_________ pensó que a la frase seguramente seguiría un “pero”.
- En tu naranja había vodka, _________.
- ¡Oh!
- Es algo desagradable lo que he hecho, pero necesitaba que hablases y que estuvieras relajada. El coche, además, está girando todo el tiempo, haciendo círculos. Por favor, perdóname.
Cuando _________ se apartó, Tom tembló, como una reacción que contrastaba con la tensión y la excitación de ese momento. Y _________ se rió, porque de pronto le pareció muy gracioso. Sabía que esa duplicidad en él debía molestarla, pero la imagen de Tom hecho un auténtico lío de sensaciones, le hacía gracia.
- Tienes conciencia...
- Sí, y ahora mismo me está matando. ¡Theos! Siempre es así contigo. Te deseo tanto, que haría cualquier cosa.
_________ descubrió en las palabras de Tom un poder suyo que no conocía. No se le había ocurrido que fuese tan deseable para él. Pero ella se daba cuenta de que excitación era mutua. No obstante, él era un macho que buscaba, sobre todo, sensaciones físicas. Seguramente no tenía nada que ver con las fantasías adolescentes que _________ había albergado durante tanto tiempo, pero igual le gustaba lo que él decía, y se daba cuenta de que nunca había valorado sus propios encantos.
- No tengo pechos grandes.
- ¿Qué?
- O piernas largas.
- ¡Dios! Yo creo que eres perfecta – le acarició los labios con la boca -. Eres tan perfecta... No puedo creer que seas mía...
- Dime más... – le invitó _________, echando la cabeza hacia atrás, y sonriendo burlonamente.
Pero Tom no siguió, porque se dio cuenta entonces de que la limusina había parado.
- Hemos llegado.
_________ hizo un esfuerzo por volver a la realidad, lo que le costó unos segundos. Tom entonces le tomó la cara con una de sus manos en un gesto tierno, y le dio un beso que poco hacía por que ella se pudiera desprender de él.
El aire fresco la golpeó. Tom le rodeó la espalda con su brazo, y la ayudó a ponerse de pie firme, mientras ella se estiraba la falda de su traje.
- Si me tambaleó es culpa tuya.
Tom se rió suavemente e inclinó la cabeza.
- Todavía estás débil a causa de la gripe – le dijo él -. Definitivamente tienes que descansar en la cama antes de la cena. Y como soy un buen esposo que te cuida y que se preocupa por ti...
- ¿Un qué?
- Te voy a acompañar – completó la frase él.
Mientras Tom la conducía por las escalinatas que daban al impresionante edificio que tenían delante, y cuyas puertas estaban abiertas como para recibirlos, _________ pensaba que era evidente que Tom había devuelto a la relación entre ellos el encanto anterior a la discusión. Y _________ se sentía aliviada y feliz nuevamente. Pero le preocupada la facilidad con la que él lo había hecho. Era casi un milagro.
En ese momento apareció Isa, vestida y arreglada como nunca antes la había visto _________. Con el pelo recogido, y un elegante vestido que realzaba su figura menuda.
- ¡Llegáis tarde!
- Nos hemos perdido – dijo Tom sin darle importancia.
- ¿Perdido?
- Pero nos hemos encontrado nuevamente – murmuró él en un aparte, como para que sólo _________ pudiera oírlo.
- Sí – dijo ella con una trémula sonrisa, y los ojos brillantes.
- Bueno. Ellos esperan que Tom te deje y vuelva con ella otra vez. Es desagradable. Es por eso que te están tratando como si fueras la mujer invisible.
_________ sintió ganas de reírse. No sabía realmente si lo que decía Isa era cierto. Le fue presentando a todos los invitados. Y todos, sin excepción, la habían recibido con frialdad y formalidad. Había sido el tipo de bienvenida que hubiese espantado a cualquier nuera con expectativas acerca de un encuentro con su familia política. _________ comenzó a pensar que probablemente la muchacha tenía razón. Porque la sensación que le daba era que la habían recibido como a una enferma contagiosa.
Pero en el momento en que Tom fue a su lado, y le puso una mano alrededor de los hombros, todos cambiaron de actitud. No hacían más que escuchar a Tom, y estar receptivos hacia él. El efecto del cambio repentino era casi cómico. Sin embargo, _________ notó que la actitud de dos de las hermanas de Tom y sus respectivos hijos, adultos ya, no era sinceramente cariñosa. Recordó entonces lo que le había dicho Isa. Que Tom mantenía a toda la familia; sólo los padres de Isa eran independientes económicamente. Los demás eran mantenidos o empleados de Tom.
- Ven, que te presento a mi madre – le dijo Isa impaciente.
Ariadne estaba sentada sola al fondo de la habitación. Parecía muy nerviosa. Tenía las manos entrelazadas y apretadas, y estaba tensa indudablemente. _________ se acercó sonriendo, esperando que su sonrisa le devolviera a la mujer cierta tranquilidad. _________ deseaba conocerla, y estaba predispuesta de antemano a que le cayera bien.
- Ésta es _________ – anunció la chica.
- Por favor, siéntate conmigo. Pide que nos traigan café – le dijo Ariadne a su hija -. Se ve muy feliz a Tom, creo. ¿Eres feliz tú también?
- Muy feliz.
- Hacía tanto tiempo que quería conocerte... que ahora no sé qué decir. Eres muy hermosa, y muy inteligente, por lo que dice Tom. Has hecho estudios de música, y sabes francés y alemán... Yo he aprendido inglés por mi hija. Quizás la próxima vez que vengas a Grecia puedas venir a visitarme – le dijo con una sonrisa ansiosa.
- Me gustaría mucho.
_________ notó que Ariadne estaba incómoda mientras hablaba con ella. Como si los demás miembros de la familia pudieran ver mal que ella recibiera a la esposa de Tom con agrado, y no por obligación, como hacían ellos.
- Me he encariñado con Isa, en el tiempo que ha estado con nosotros.
- Has sido muy amable en recibirla. Tom la malcría mucho.

-Capitulo 34-
La voz de Ariadne se había desvanecía al ver a un hombre alto, de pelo gris, y luego volvió a elevar el tono de voz, diciendo con alivio:
- Ése es Stavros, mi marido.
Los ojos de _________ se achicaron. Había algo familiar en el rostro de Stavros, pero no sabía qué. Por un momento le recordó a Tom. Pero no tuvo tiempo de comentarlo, porque enseguida se acercó el hombre con una sonrisa franca y una conversación que apagó momentáneamente la de su mujer.
Le preguntaban qué opinaba de Grecia, de la familia.
- ¡Si quieres hospitalidad griega de verdad, ven a nuestra casa! – le dijo Stavros jocoso, haciendo que su voz llegara hasta todos los rincones del salón -.Lamentablemente nos casamos tarde, y fuimos agraciados con el nacimiento de nuestra hija, pero nuestra vida a veces se torna un poco aburrida para Isa. ¡Ella cree que tenemos un pie en la tumba ya!
Tom atravesó el salón. Hubo saludos entre ellos.
De todos los invitados, Stavros era quien más afectivamente lo había tratado, pero en cambio Tom tenía hacía él una actitud contenida. Pero _________ dejó de pensar inmediatamente, porque Tom la había mirado con deseo, y los efectos de su mirada eran devastadores, y la hacían olvidar todo lo demás.
- Se te ve muy cansada – murmuró Tom.
_________ se ruborizó, pero Tom ya se la estaba llevando, con audacia sin igual. _________ miró hacia atrás disculpándose ante los demás, y vio en los ojos de Ariadne un gesto de perplejidad. Se dio cuenta entonces de que Tom no había hablado con su hermana, y se lo hizo notar.
- Por supuesto que hablé.
- No, en mi opinión.
Pero entonces Tom la silenció con un abrazo y un beso que la dejaron sin aliento. _________ emergió del beso aturdida, y un poco inhibida porque pensaba que sus familiares podrían haberlos visto, y que seguramente le censurarían.
- ¿Entonces, qué piensas de mi familia?
- ¿Quieres que te diga francamente?
- Si no, no te lo hubiese preguntado.
- Son horribles. Por supuesto que deben ser más cálidos de lo que aparentan...
- Probablemente más fríos.
- ¡Oh, Tom! – susurró ella.
- No seas tonta. Yo ya soy mayorcito como para que me adornes las cosas.
- Stavros y Ariadne son muy simpáticos. Parecen quererte mucho. E incluso Stavros se parece a ti... Sí, eso fue lo que me hizo pensar que ya lo conocía.
- ¿Estás loca? Si no es familia mía – dijo Tom frunciendo el ceño.
Por supuesto que no había lazos de sangre con Stavros, era sólo el cuñado de Tom.
- ¡Pero tú no eres familia de ninguno de ellos! – dijo _________, arrepintiéndose inmediatamente de lo que había dicho.
Segundos después, Tom entraba en un dormitorio y cerraba la puerta de un portazo.
- Dilo otra vez – la exhortó.
_________ abandonó la pelea y se echó a los pies de la cama.
- Lo siento, me he olvidado de que supuestamente yo no sabía nada – dijo _________ con lágrimas en los ojos.
- Evidentemente. ¿Y desde cuándo lo sabes? – le preguntó Tom irritado.
- Si te lo digo, debes prometerme que no te enfadarás con la persona que me ha dicho que eres adoptado – _________ apenas pronunció la última palabra, porque temía la reacción de Tom -. Porque ella pensaba que yo lo sabía...
- ¿Ella?
- ¡Nadie de mi familia pudo habértelo dicho!
- Fue Isa.
- ¿Isa? – Tom no podía creerlo.
_________ le contó sin ganas la conversación que había mantenido con Isa. Tom estaba muy sorprendido.
- ¡Y todo este tiempo ella lo sabía! Theos mou, ¡no tenía la menor idea de que ella pudiera saberlo!
- Yo le dije que era un asunto muy privado, y no creo que vuelva a decir nada del tema. Se sintió muy violenta después – le dijo _________, sin agregar su propia opinión, en el sentido de que le parecía que no tenía sentido seguir guardando ese secreto.
Después de conocer a la familia Kaulitz no tenía la menor duda de que para ellos el tema de la adopción pudiera ser tan altamente confidencial. Y si Tom se había criado en esa atmósfera tendría la misma actitud hacia el tema, que sería demasiado delicado para él como para comentarlo.
Tom se quedó en silencio. Era evidente que estaba muy turbado por lo que ella había dicho. _________ hubiese querido compartir sus pensamientos, pero no era el momento. De todos modos él parecía tan afectado que ella no pudo reprimir ponerse de pie e ir hacia él y abrazarlo.
Tom se puso rígido ante la sorpresa de su gesto.
- Olvídalo. No tiene importancia – le dijo _________, asombrada ante su atrevimiento y la corriente de ternura que la llevaba a ser protectora con él.
Tom la sorprendió con una risa, y luego la rodeó por las caderas, acercándola más a él.
- Si tú lo dices.
_________ se preguntaba cómo habría sido la vida de Tom rodeado de los personajes que estaban allí en el salón. No le habría sido fácil crecer a su lado. Y aunque contemplaba la posibilidad de que fueran fríos con ella especialmente, sospechaba que había algo más.
¿Sentiría resentimiento sus hermanas y su familia por el poder que tenía Tom, no siendo éste un Kaulitz verdadero? ¿Sería porque sus padres lo habían adoptado siendo mayores, y sus hermanas, casi adultas, les hubiese sentado mal la noticia? Pero era injusto de todos modos, porque Tom era muy generoso con ellos.
Y lo más curioso era, ¿a quién de ellos protegía Tom? ¿A cuál de ese grupo tan siniestro protegía?
_________ de pronto sintió un deseo irresistible por saberlo.
- Pareces que estás a millas de distancia – dijo Tom.
_________ abandonó sus pensamientos y se vio forzada a volver a la realidad.
- Y te quiero aquí.
Instintivamente se acercó a él y se movió con la sinuosidad de una gata contra Tom, como quien busca una caricia. La respuesta de él no se hizo esperar, devorando la boca de ella.
La pasión de Tom la había tomado por sorpresa, pero rápidamente la había inundado de deseo. Reconocía el cuerpo de Tom, y lo deseaba con una intensidad que le hacía perder el control. La chaqueta de _________ cayó al suelo. Los dedos de Tom le acariciaron la espalda y le desprendieron el sujetador. Una mano subió hasta uno de sus pechos, haciéndola gemir de placer.
Tom la tendió sobre la cama y jugó con sus pezones. Un fuego lento la consumía. _________ temblaba de placer con el hambre que Tom saciaba en ella. Ella lo miró con pasión cuando él se echó encima, y se quitó la ropa con manos impacientes.
Ella volvió a sentir aquel húmedo cúmulo de sensaciones salvajes que él le desataba. Y ella se sentía deseada por Tom, lo veía en sus ojos que no se apartaban de ella, y de sus pechos desnudos y su falda subida hasta las caderas.
- Mientras conversaba y tomaba café no podía pensar en otra cosa que en esto. No podía concentrarme. Ahora siento que las sensaciones sobrepasan lo que yo anticipaba.
_________ lo miró, sus pechos subían y bajaban al ritmo de su respiración. Desnudo Tom era magnífico, una mezcla armoniosa de huesos y músculos y piel bronceada. 
Ella sintió un escalofrío recorriéndola cuando él le desabrochó totalmente la falda. Y se quedó allí, quieta, disfrutando de ese momento.
La lengua de Tom volvió a meterse en la boca de _________. Ella cerró los ojos y lo abrazó, desesperada por el contacto con él. El corazón de _________ se agitaba más y más. Rodaron juntos, mientras él le quitaba la última prenda que aún los separaba.
- Sí – gimió ella, arqueando la espalda como reacción al delicioso tormento.
Él acarició donde ella deseaba más, pero le negó aquello que más ansiaba, aquello que ella anhelaba.
- No sé por dónde empezar. Quiero todo lo que me puedas dar... – musitó él apoyando la boca contra la de ella.
_________ era prisionera de su excitación. Él le dijo algo en griego y presionó la espalda de ella, volviendo a besarla con intensidad y pasión. _________ se quemaba entre sus caricias, y se moría por más.
- Ahora – dijo él alzándola suavemente y presionando sus muslos a medida que se internaba en ella con una embestida firme.
La intensidad del placer que _________ sentía, la hacía perder todo control.
- Te necesito – le dijo ella en un momento de éxtasis.
El mundo bajo esas sensaciones se había vuelto un mundo bajo el imperio de los sentidos. Lejos quedaba la realidad de todos los días. No había nada más que las demandas de su cuerpo deseando el de él.

- Es hora de levantarse, pethi mou.
_________ sonrió medio dormida. La boca de Tom la acariciaba, pero cuando ella se estiró para alcanzarlo, vio que él ya no estaba allí. Abrió los ojos y se encontró con él al lado de la cama, con el pelo húmedo aún de la ducha, dedicándole una sonrisa.
- La cena estará dentro de una hora.
_________ estaba invadida aún por las escenas de aquella misma tarde, y sentía que debería hacer un esfuerzo por volver a la realidad.
- Vístete formal – le aconsejó él mientras se ponía una camisa de seda blanca -. Pienso que habrá baile. Por lo que se ve, mi madre quiere impresionar a todo el clan.
- ¿Y por qué quiere hacerlo? – preguntó _________ mientras se sentaba y se quitaba el pelo de la cara.
- Los miembros de nuestras familias dejaron de verse cuando Eleni y yo rompimos el compromiso. Y desde entonces ha habido una relación más bien fría. Pero no me parece la mejor oportunidad para fiestas de sociedad. Hubiese preferido una reunión familiar más íntima, algo más adecuado a la ocasión.
_________ sabía perfectamente a qué se refería, pero era un tema que, afortunadamente, no le importaba. Era evidente que el encuentro de la familia Kaulitz con la ex novia de Tom y su familia el mismo día que iban a conocer a la esposa de Tom no era mera coincidencia. Como tampoco había sido casual que la madre de Tom hubiese ignorado a _________ en el momento de conocerla.
- Si mi madre fuese una mujer más joven le diría algo acerca de su comportamiento contigo esta tarde.
- Por favor, no discutas con ellos por mi culpa – pero _________ se alegraba de que él se hubiera dado cuenta de la actitud de su madre, y que estuviera de su parte.
- No me imaginé que fuese capaz de hacer algo así. Si no te respeta como es debido no vendré más a esta casa.
- No hagas eso – le dijo _________.
- Si te soy sincero, sólo vengo aquí por compromiso. Odio esta casa, y me desagrada la mayoría de la gente que normalmente encuentro aquí.
_________ estaba sorprendida de las confesiones íntimas de Tom. Era la primera vez que acortaba la distancia emocional con ella.
Pero le inquietaba el saber que pudiera ocultarle tan bien las emociones.
- Tom, deja que se acostumbren a mí. Isa me decía esta tarde que están esperando a que rompas conmigo y vuelvas con Eleni.
- Eleni está felizmente casada, así que no sé por qué abrigan esas esperanzas.
_________ se dio cuenta entonces de que Tom no sabía nada de la ruptura del matrimonio de Eleni.
- Según tu sobrina, Eleni se ha separado de su marido.
Tom dejó de anudarse la corbata y dijo:
- ¿Y desde cuándo?
- No lo sé – dijo nerviosamente _________.
- Ariadne debiera ponerle un candado en la boca a su hija.
Entonces se hizo el silencio. _________ se levantó de la cama y fue a la suite. Era evidente que la noticia sobre Eleni lo había sorprendido y lo había dejado en un estado de ensimismamiento. ¿Qué significaba para él la noticia de que Eleni estuviera libre de nuevo?
Pero se dijo que no debía dar rienda suelta a la imaginación.
Tom no la había esperado para bajar al salón. _________ había hecho su aparición con un vestido de noche azul, a juego con sus ojos, y que dejaba al descubierto sus hombros desnudos. Y lo primero que había visto había sido a Tom conversando con Eleni en un rincón del final del salón. Parecían muy inmersos en la charla, y Eleni no tenía el gesto triste de una mujer que acaba de romper su matrimonio y busca las palabras de un amigo, sino que se la veía feliz. Tom, en cambio, tenía un gesto serio, grave.
Isa la saludó de lejos con la mano, pero no pareció dispuesta a interrumpir la conversación que mantenía con el joven sentado frente a ella.
De pronto Tom la vio y se puso de pie. En ese momento, anunciaron que la cena estaba lista.
- Has sido muy oportuna interrumpiendo la conversación. Pero estás encantadora.
_________ no pudo resistir preguntarle:
- ¿Se ha separado Eleni?
- Sí.
Pero una cena formal no era el mejor momento para hablar de ello.
Para su sorpresa, se encontró sentada a la derecha de la anfitriona, y frente a Tom. Y Eleni sentada varios sitios más allá. Incluso la señora Kaulitz había intentado darle conversación en perfecto inglés. _________ le contestó con generosidad, pero en su interior sentía un cierto desconcierto.
Fue un alivio levantarse de la mesa. Enseguida Isa se acercó a _________ y le dijo:
- Quiero que conozcas a alguien.
Se trataba del joven que la había acompañado. Se llamaba Dion, y, por su gesto, parecía estar acostumbrado a que lo mostrasen como un trofeo.
- Vamos a comprometernos en año que viene.
Le parecía tener cien años más que entonces. ¿Quién podía asegurar que Isa era demasiado joven para saber lo que quería?
- A los catorce años me dijo que se iba a casar con él – dijo Tom, que había aparecido por detrás, en el momento en que la pareja se alejaba -. Y me dijo por qué.
- ¿Por qué?
- Quería verlo sonreír, y él sonríe continuamente a su alrededor. Tiene veintidós años, está terminando sus estudios en Harvard, y es muy serio, tanto como ella inconsciente. A él le da miedo que ella se aburra de él dentro de un año.
- ¿Piensas que es posible eso?
- No. pienso que tiene las suficientes agallas como para hacer lo que su corazón le dicta. Incluso fue capaz de hacer frente a la familia de él, y no dejarse llevar por el orgullo, cuando ellos restaron importancia a la relación entre ellos. Yo la envidio por esa fuerza y esa claridad.

-Capitulo 35-
Y _________ supo que hablaba de su relación con Eleni, y se hizo muchas preguntas acerca de esa relación. ¿Eleni lo habría dejado romper la relación sin importarle realmente?
Tom bajó con _________. Pero ella no podía relajarse. La idea de la posibilidad de perderlo alguna vez la aterraba. Porque la certeza de que él no podría abandonarla si no encontraba el certificado no le servía de nada.
Le presentaron a los padres de Eleni. Fueron educados y amables, pero fríos en el fondo. Al fin y al cabo ella era la mujer que le había robado el novio a su hija.
_________ pidió excusas para salir a tomar el fresco. En ese momento Stavros se acercó a ella.
- No he visto a Ariadne esta noche.- le dijo ella.
- Lamentablemente mi mujer no se encontraba muy bien. Se ha quedado descansando. – suspiró.
- ¿Está enferma?
- Está enferma de los nervios. Pero sólo le pasa aquí, con su “adorable” familia. Y la actitud de Tom, que la trata como si fuera la peste, no la ayuda en absoluto.
_________ se puso colorada; no estaba preparada para esa confesión.
- Lo siento... yo... – _________ no sabía qué decir.
- Os he observado juntos. Tú y Tom estáis muy unidos. Le he prometido no hablar contigo de ello. Así que hablaré contigo para ver si puedes hacer de intermediaria.
- ¿Intermediaria?
- Entre nosotros y Tom. Tom sabe... Puedo decirte exactamente la fecha en que cambió su actitud con mi esposa. Quise hablarle entonces. Quería saber lo que él sabía, qué tontería le habían dicho que pudiese hacer que cambiase tanto con ella. Pero Ariadne tuvo un ataque de nervios cuando se lo comenté, y tuve que callarme, pero contra mi voluntad.
- Stavros, no sé de qué me estás hablando – le dijo _________ incómoda.
- ¿Tú también? – el hombre suspiró con pesadez -. Por supuesto que lo sabes. Tom se enteró de ello cuando estabais recién casados. No creo que no te lo haya dicho. Hace veinticuatro años Ariadne le dio, pero nunca renunció a él realmente, y por otra parte siempre ha pensado que hizo lo mejor para él.
_________ comprendió de golpe. Se sentía como si una ola la hubiese tomado por sorpresa y la hubiese dejado atontada. Ariadne no era la hermana de Tom, sino su madre. Y había dado su hijo a sus padres para que lo criasen como propio, a la vista de ella, pero sin ocuparse ella de él. Y Tom lo sabía. La última pieza del puzzle acababa de encajar. ¿Era éste el secreto por el que su padre había podido chantajearlo?
- Quiero estar seguro de que Tom sabe la verdad – dijo Stavros, demasiado conmovido como para estar atento a la reacción de _________ -. Toda la verdad, no sólo lo que su abuela haya querido decirle. Tom nunca fue adoptado. Se hizo un certificado de nacimiento como para que Evanthia y Alexos aparecieran como padres de Tom. Pero no pudieron engañar a las hermanas de Ariadne con la historia de la adopción. Alexos quería un hijo varón e insistió en quedarse con Tom, un hijo a quien podría criar como propio y que era por lo menos un Kaulitz a medias.
- Tú conoces la historia completa...
- ¡Si la hubiese conocido hace veinticuatro años, no hubiese permitido que lo hicieran! – dijo Stavros con rabia -. Hicimos mal las cosas. Pero debieron dejar que nos casáramos cuando supieron que Ariadne iba a tener a un hijo nuestro. ¡Eso es lo que no puedo perdonarles!
- Tú eres el padre de Tom – susurró _________, mirando a Stavros con asombro.
- ¿No lo sabías? ¿Me estás diciendo que Tom no lo sabe tampoco?
- Es algo de lo que no hemos hablado – dijo _________ débilmente.
- Tal vez no lo sepa. Tal vez nos eche la culpa de su triste infancia. Y tiene motivos...
- ¿Podrías contarme la historia desde el principio?
Stavros fue breve. Él era estudiante por aquel entonces, cuando se enamoró de Ariadne Kaulitz. No tenía dinero ni pertenecía al medio social que pudiera impresionar a los Kaulitz, y se habían opuesto a esa relación. Y Ariadne no tenía la valentía de enfrentarse a su familia. Cuando descubrieron el embarazo de Ariadne, ésta hizo un viaje con su madre. No le dijeron nada a Stavros. Él ni siquiera conocía la existencia de Tom, hasta que se encontró con Ariadne diez años más tarde.
- Quería morirme al saber todo lo que ella había tenido que atravesar sola. Y al saber que tenía un hijo que no podía reclamar. Pero esa vez estaba decidido a no dejar que me separasen de Ariadne. ¡Incluso hice que se casara conmigo pese a la oposición de ellos! – dijo Stavros con satisfacción -. Alexos estaba furioso y Evanthia no quería ni verme, y aún hoy no quiere ni verme. ¿Pero qué podían hacer frente a los hechos consumados? Las apariencias son algo muy importantes para esta familia.
- ¿Y entonces?
- Entonces la felicidad se mezclaba con la desdicha. Ariadne pensaba que debíamos estar agradecidos por poder ver a nuestro hijo. Si lo hubiésemos dado en adopción, jamás lo hubiésemos encontrado, jamás lo hubiésemos conocido... Pero algunas veces pienso que tal vez habría sido menos doloroso. Evanthia no lo quería, no lo trataba como a un hijo, y el resto de la familia estaba resentido con él, ya que heredaría en primer lugar.
- Y aún están resentidos – murmuró _________ afectada.
- Sin embargo él ha multiplicado cien veces su riqueza. Alexos... era un hombre bueno. Se ocupó de Tom. Pero pensaba que Ariadne era una persona débil, y por ello fue muy duro con su hijo. Pero Ariadne no es débil. Ella llevaba más o menos bien la situación, hasta que vio que Tom empezó a evitarla, y entonces nos dimos cuenta de que sabía algo.
- Hace cinco años, has dicho...
- Debe haber sido un shock terrible, pero hemos esperado tanto que sospechara algo o descubriera algo... No se trataba de que se lo dijéramos si él no sospechaba nada. Ariadne les había prometido a sus padres que nunca se lo diría. Ése había sido el precio. Pero jamás se nos hubiese ocurrido que Tom se pudiera comportar tan despiadadamente con ella al enterarse de quiénes eran sus padres.
_________ se preguntaba qué sentiría Tom realmente. ¿A quién protegía? ¿A su abuela o a Ariadne?
- Debemos encontrar una solución a todo esto, para que Ariadne se quede con la conciencia tranquila. Por ello te pido que hables con Tom y averigües si sabe toda la verdad. Porque es evidente que él no se va a acercar a nosotros.
- Sí.
- Ella lo quiere mucho. Siempre lo excusa. Pero ya es un hombre. ¿Por qué está así con ella y no conmigo? Tampoco disimula su cariño por Isa. Si no fuera por la promesa que le hice a su madre, ya le hubiera plantado cara.
- No creo que Tom sepa que tú eres su padre.
- Es un poco egoísta por mi parte meterte en semejante lío... – dijo Stavros al descubrir las huellas de la preocupación en el rostro de _________.
- No.
Estuvo tentada de decirle que ella ya era parte de ese gran lío desde mucho antes. ¿Habría tenido Max ese certificado en sus manos? ¿Se haría mención en él acerca de quién era su padre? Lo que estaba claro era que había descubierto quién era su madre. Pero no había hecho más preguntas.
_________ suspiró hondo
- Hablaré con él cuando volvamos a Londres, aquí no.
- Sea como sea, te estoy muy agradecido.
Cuando Stavros se alejó de ella, _________ sintió el peso que le había dejado. No se trataba de una noticia fácil de dar. Y Tom era imprevisible.
Tom la miraba desde el otro lado del salón. _________ se preguntaba si se habría dado cuenta de que había tenido una larga e íntima conversación con Stavros. Se sentía culpable por guardar tantos secretos sobre su vida. Hubiera corrido a contarle todo, pero tenía que encontrar el momento oportuno. Y si bien _________ le había devuelto la mirada a Tom, él ya no la miraba, y en cambio se daba la vuelta para sonreír a algo que había dicho Eleni.

-Capitulo 36-
Al volver a Londres, Tom debía irse al poco rato, tan pronto como se cambiase de ropa. Tenía mucho trabajo.
- Hablaremos cuando vuelva.
¿Por qué tenía la impresión de que él la trataba como si ella fuera culpable de algo?.¿Cómo reaccionaría ante el hecho de que ella supiera tantas cosas? Al fin y al cabo él no confiaba lo suficientemente en ella como para habérselo contado. Pero, ¿qué cosas sabría él?
_________ fue al salón. Allí estaba su escritorio, herencia de su madre. Le echó una ojeada. Estaba igual que siempre. Los cajones vacíos. La llave decorativamente sujeta con una cadena a la hoja plegable que servía de escritorio propiamente dicho. El carpintero que lo habría restaurado había cometido el error de poner a la llave una cadena muy corta que impedía cerrar el escritorio, por eso no lo usaba.
De pronto se dio cuenta de que la llave se parecía a aquélla que le habían dado en el banco para abrir la caja fuerte. Rompió la cadena, haciéndose daño en el intento. La llave había sido bañada en oro para hacer juego con la cadena, pero se veían aún los números grabados en ella. Ni siquiera encajaba bien en la cerradura. Seguramente correspondía a otra caja. Durante cinco años Max podría haber ocultado el pasaporte a la libertad de Tom en su propia casa. Una última ironía de Tom.
_________ fue hacia el ala de la casa que ocupaba Tom. Él se estaba poniendo una camisa limpia en el dormitorio, tan embebido en sus pensamientos que apenas se dio cuenta de la presencia de _________.
- Tom... – le dijo ella temerosa.
Por un momento, _________ pensó en esconder la llave. Pero debía tener la valentía de dársela y afrontar las consecuencias. Entonces levantó la mano y tiró la llave en la cama.
- Después de todo no ha sido una condena a cadena perpetua... – se oyó decir.
Tom pareció no entender. Miró alternativamente la llave y a _________.
- Es la llave de otra caja fuerte. Es posible que contenga lo que buscas.
- ¡Cristo! – exclamó antes de levantar la llave -. ¡Todo este tiempo buscándola! ¡No lo puedo creerlo!
_________ se fue hacia la ventana. Se trataba de la tierra prometida de la libertad. Podía ser el principio o el fin de su matrimonio.
- Hay algo más de lo que tenemos que hablar.
- ¿No podemos esperar para hablar de ello? No voy a poder parar hasta que vaya a París y pruebe esta llave.
- Me temo que no. Ya ves, ocurre que sé lo que hay en la caja. Tu certificado de nacimiento – le dijo _________.
La expresión de Tom se tensó.
- ¿Y dónde has conseguido esa información?
- Ciertamente no la he conseguido por ti. Stavros me la confió.
- ¿Stavros? – Tom pareció muy sorprendido.
- Me pidió que actuase como intermediaria. Creyó que yo era de tu confianza. Así que ahora sé que Ariadne es tu madre natural.
- ¿Stavros está enterado de esto? – le dijo él con gesto grave.
- Mira, no es asunto mío – le aclaró _________, porque Tom parecía recalcárselo con la mirada.
- ¿Cuánto hace que lo sabe?
_________ comprendió que Tom no sabía que Stavros era su padre, pero ella no quería ser quien se lo dijera.
- ¡Theos mou! Si él lo sabe no había peligro de que su matrimonio se rompiese – dijo él frustrado.
Y con esas palabras, Tom le había dicho muchas cosas. Tom pensaba que Stavros no estaría en condiciones de aceptar un pasado oscuro de su esposa. Un marido griego no podría tolerarlo. Así que Tom estaba protegiendo a Ariadne. Y se sentía frustrado por saber que su sacrificio había sido inútil.
- Stavros sabe todo acerca de tus padres. Quiere hablar contigo. Está preocupado por Ariadne. El hecho de que continúe siendo un secreto le está perjudicando.
Tom murmuró algo en griego, y se tapó la cara con las dos manos.
- ¿Entonces por qué no me ha hablado personalmente?
- Le prometió a Ariadne que no hablaría contigo del asunto, así como ella les había prometido a sus padres que lo mantendría en secreto.
- Ella se avergüenza de mí.
- No creo. Si no fueras tan terco y tan orgulloso te hubieras enterado de toda la historia por ti mismo – le dijo _________ temblando.
Tom la miró con rabia.
- La primera vez que la vi después de enterarme, intenté hablar con ella. Pero ella se puso a llorar y salió corriendo. Estaba histérica y aterrada.
Y debía tener miedo de enfrentarse a Tom. Porque él se habría sentido absolutamente traicionado por una mentira que había durado veinte años. Entonces, en lugar de aparentar estar herido habría aparentado estar enfadado. Y Ariadne no habría sabido cómo actuar frente a él.
Con frialdad pasmosa, Tom emprendió la marcha preguntando antes:
- Entonces, ¿qué más hay que hablar? ¿Sobre nuestro matrimonio? Eso es muy sencillo. Te quedas o te vas. Trata de tomar una decisión antes de que esté de vuelta de París – dijo él con frialdad.
_________ se quedó en silencio. Lo vio ponerse la chaqueta. Estaba anonadada. Nunca se había sentido tan humillada.
Hubiese sido mejor que brindara con champaña y que bailase para festejarlo, en lugar de reaccionar con tal indiferencia.
Al fin y al cabo Tom ya no tenía motivos para seguir fingiendo. Y sin embargo las escenas eróticas del día anterior, la pasión que habían compartido, o que ella había creído que habían compartido... Pero Tom le había dicho un día que le daba miedo el amor. Había crecido sin amor y había aprendido a vivir sin él. Y así se había ido haciendo Tom, un hombre incapaz de compartir nada, incapaz de sentir para no arriesgar ni un ápice de orgullo.
El papel que Max le había obligado a representar había llegado a su final.
_________ sintió escalofríos. Tom le servía en bandeja la libertad que había peleado semanas atrás, él no iba a esperar para desembarazarse de la hija de Max. Entre lágrimas, pensó que no valía la pena sufrir por un desgraciado como él.

Capitulo 37 - [FINAL ]

- Ha estado muy bien cariño.
Cuando _________ levantó los dedos del piano el atractivo americano que se apoyaba en él no disimuló su admiración hacia ella.
- ¿Conoces una que es así? -silbó una canción un poco desafinada, y volvió a su asiento, después de que ella le respondiera con una sonrisa.
A esa hora el bar solía estar lleno de gente, y algunos le pedían sus canciones preferidas. No le pagaban bien, pero se las arreglaba para vivir, y además en breve tenía un par de entrevistas de trabajo.
Por lo tanto sobrevivía. Llevaba un mes apartada de la vida de Tom. Había aprendido a estar ocupada todo el tiempo, y así estaba tan cansada que dormía toda la noche sin pensar en nada. Se había apuntado a un curso de informática, miraba los avisos de trabajo del primero al último, y había escrito a varios de los que parecían estar a su alcance. Y todos los días rogaba que fuera un día en el que no pensara en Tom. Pero lamentablemente el tocar el piano no le servía de mucho en ese sentido.
Por lo tanto cuando _________ alzó la vista y vio a Tom a unos pasos de ella, pensó al principio que no era una imagen real, sino una mala pasada de su fantasía. Siguió tocando, pero sus ojos no se apartaron de él.
- Toca para mí – dijo Tom.
_________ había dejado de tocar el piano sin siquiera darse cuenta. Su corazón dio un vuelco. ¿Cómo y por qué le había seguido el rastro?
- Por favor... – murmuró; sonaba extraña esa palabra en él.
- ¿Qué quieres que toque? – preguntó _________ como si se tratase de un cliente cualquiera.
- Cualquier cosa.
- ¿No puedes decir el nombre de algún compositor?
- Chopin.
Tocó algo de Beethoven, porque sabía que le daría igual. Tom se quedó al lado del piano todo el tiempo, algo que a _________ le molestó.
- ¿Qué quieres? – dijo ella, tensa, mientras veía al dueño del establecimiento que los miraba, con recelo por la confianza que se estaba tomando el cliente.
- El camarero me ha dicho que a las nueve tienes un descanso.
- No para compartirlo contigo.
Tom había dejado un estuche de joyería forrado en piel sobre el piano.
- Es el collar de tu abuela.
- ¡Lo he vendido!
- Te lo estoy devolviendo.
- ¡No lo quiero! ¡Y quiero que te vayas y que me dejes sola!
- ¿Es este caballero un amigo suyo, señorita Harrington? – el encargado se había acercado a ellos.
- No.
- Si estuviera en su lugar no haría caso a esa mentira – le advirtió Tom al encargado-. Su pianista es mi esposa.
- ¿Es cierto eso?
_________ hubiera querido gritar que era una farsa, pero estaba segura de que Tom iba a seguir su disputa. Por fin asintió con la cabeza.
- Y está a punto de hacer una pausa... – agregó Tom.
_________ atravesó el salón hasta la mesa reservada para su uso personal, cerca del bar. Tom se sentó frente a ella y la miró inexpresivamente. Había perdido peso, se le notaba en los rasgos sobresalientes de su cara.
- ¿Cómo me has encontrado?
- Con esfuerzo.
- ¿Qué quieres?
- Quería que vieses esto – Tom sacó un papel del bolsillo, y lo extendió ante ella -. Tienes derecho a ello, ¿no?
Era el certificado. Ella no sabía si reírse o llorar. Un certificado en el que ponía que un tal Tom Kaulitz había nacido hace veinticuatro años, hijo de Ariadne, en una clínica suiza.
- No pone nada del padre. Cuando se lo pregunté a Evanthia me dijo que era un hombre casado, a quien mi madre no había querido nombrar. También me dijeron que Stavros no tenía ni idea de que Ariadne tuviese un hijo ilegítimo. Me recordaron también las ventajas que había tenido el que se mantuviera en secreto. La vida que hubiese tenido de no haber permanecido dentro de la familia. También me dijeron que tenía el deber de mantenerme callado y no avergonzar a Ariadne con el recuerdo de la relación que nos unía – dijo Tom con severidad.
- ¡Qué cruel!
- Hasta el día en que Max me mostró esto, yo no tenía la menor idea de que no era hijo de Evanthia. El engaño me destruyó. En todos esos años nadie me había dicho nada. Quise hablar con Ariadne. Quería respuestas a mis preguntas. Tenía derecho a ellas. Pero ella salió corriendo. Y al hacer eso me confirmó lo que Evanthia me había dicho. Por lo tanto no me acerqué nunca más a ella. Se ponía tan nerviosa...
- Tú la protegiste.
- Por supuesto – dijo él guardando el certificado.
- ¿Has hablado con ella ahora?
- Sí. Y con Stavros. Gracias por haberme aconsejado que lo hiciera.
- Pensé que era mejor que no te lo dijera yo.
- Estoy muy contento con Stavros. Siempre me hubiese gustado tener un padre que me amenazara si disgustaba a mi madre.
_________ lo miraba sin decir nada.
- ¡Al fin sé a quién salgo! – le dedicó una sonrisa que llegó al alma de _________-. Me gusta. Siempre me ha gustado.
- Me alegro de que se haya resuelto todo – murmuró _________. Sentía que él quería dedicarle a ella un final feliz, después de que Max hubiese empezado la historia como una pesadilla.
Se hizo un silencio. Tom miró el reloj.
- No quiero entretenerte más – dijo ella, preguntándose si él oiría el latido de su corazón.
- He comprado una casa en el campo. He puesto a la venta la casa de Londres.
Parecía un buen principio, aunque no entendía su elección. Ella siempre había deseado vivir en el campo, en cambio él no.
- He pensado que quizás quieras venir a... bueno a verla.
- ¿Por qué?
- Se me ha ocurrido simplemente – contestó él, llevándose la bebida a la boca, que estaba intacta hasta ese momento.
Hubo silencio nuevamente.
- Has encontrado trabajo – dijo él nervioso.
- No pienso estar aquí toda la vida. Estoy empezando. Y saco lo justo para vivir. Si te preocupa eso...
- ¿Por qué iba a preocuparme?
- Quizás te hubiera gustado que no pudiera salir adelante.
- Quizás – él no lo negó.
- ¿Has tenido noticias de mi abogado ya?
Hubo un silencio sepulcral.
- Has tirado todos mis calcetines – dijo Tom apesadumbrado.
- Era una especie de declaración de principios.
- Sí, me he dado por enterado.
- Fue una tontería – dijo ella dibujando el borde del vaso con el dedo -. ¿Cómo está Eleni? – le preguntó sin poder reprimirlo.
- Feliz... su marido volvió a buscarla el mismo día de la cena. Ella ha prometido trabajar un poco menos, y él ha prometido aprender a cocinar o algo por el estilo.
- ¿Era eso de lo que estabais hablando aquella noche?
- Sobre todo me estaba diciendo cosas sobre mí. Que le había roto el corazón hace cinco años, y que ni siquiera me había dado cuenta. Y que si me hubiera casado con ella y le hubiese hecho lo que te hice a ti, me habría castrado.
Eleni se había vengado de él ahora que ya no le importaba.
Volvió el silencio.
- ¿Quieres dormir conmigo esta noche?
_________ no podía creer lo que le preguntaba. Pero él la miró desafiante, como para que no tuviera la menor duda de sus propósitos.
- No voy a contestar semejante proposición.
- ¿Por qué no?
- ¡Estoy en proceso de divorciarme de ti!
- No ha habido ninguna mujer. Ni siquiera he mirado a otra. No deseo a otra mujer. Te deseo a ti.
- Entonces tienes un problema – dijo ella temblando como una hoja. Y en realidad lo deseaba tanto, que se odiaba.
Tom le tomó la mano, evitando que ella se alejara de él.
- No debería haberlo preguntado... No era realmente lo que quería decir.
- ¡Pero es exactamente lo que estabas pensando! – exclamó _________, quitando la mano apresada por la de él.
_________ se sintió indignada ante la actitud descarada de él. La deseaba aún, pero aunque se lo pidiera de rodillas no accedería
Por el rabillo del ojo lo vio levantarse y abandonar el bar. _________ hubiese querido llorar desconsoladamente, pero había un público que la estaba esperando y un trabajo que realizar.
Eran las cuatro de la madrugada de esa noche cuando se durmió por fin.
A las ocho alguien llamó a la puerta de su casa de manera insistente. _________ hizo un esfuerzo y se levantó a abrir. Un ramo de rosas rojas fue depositado en sus manos. Era Tom que aprovechándose de que _________ estaba medio dormida, había entrado y cerrado la puerta.
- ¿Y qué esperas que haga con esto? – dijo ella consciente del aspecto horrible que tenía, frente a él que parecía sacado de un anuncio de trajes italianos.
- Las pones en agua...
- ¿Qué pasa contigo? – preguntó ella.
Él la miró unos segundos, y luego se apartó en silencio.
- Fueron muy pocas las mujeres con las que me acosté en estos años. Con la mayoría en el primer año, durante el último con ninguna.
¿Qué reacción esperaba él después de semejante información?
Pero no pudo pensar en nada. Simplemente le pegó con el ramo por la espalda varias veces, compulsivamente, hasta que el ramo se le cayó de las manos. Él no hizo amago alguno de defenderse.
Entonces _________ hundió su cara en sus manos y sufrió un ataque de llanto repentino. Tom le tomó las manos.
- Por favor, ven a casa.
- ¡No puedo!
- No te preguntaré lo que has estado haciendo durante este mes. Te lo prometo. No volveré a mencionarte a Schafer. Puedo hacerlo. Dejaré de ser celoso. Crees que no puedo, pero sí puedo.
_________ separó sus labios secos en medio del llanto.
- ¿Estabas celoso?
- Me devoraban los celos. ¿Qué crees que soy, una piedra? – dijo con firmeza -. Cuando vi esas fotos me quise morir. No pude soportarlo. Y sabía que si no era capaz de tolerarlo, te perdería. Y te he perdido al final. Pero ya me he sobrepuesto.
- Tom... -la garganta de _________ se espesaba.
- Esa noche en Atenas sabía que estabas pensando en él. Y pensé que no podría vivir con ello.
- Estaba pensando en ti. Stavros acababa de decirme lo de su parentesco, y me sentía muy culpable porque sabía que tú lo debías saber.
- No sabía que habías estado hablando con Stavros. Y cuando me diste esa llave al día siguiente, de la forma en que lo hiciste, supe que la recompensa que esperabas era tu libertad. No podía obligarte a seguir a mi lado. Y menos si estabas enamora de Schafer. No tenía sentido. La decisión de quedarte tenía que ser tuya, y realmente no quería estar presente cuando la tomases.
De ese modo Tom admitía un acto de cobardía que jamás hubiese esperado de él. Ahora de daba cuenta de que la inseguridad la había llevado a malinterpretar sus palabras y sus hechos. Porque la que había estado luchando por escapar de ese matrimonio había sido ella, y él en cambio la había presionado para que siguiera con él. Y en el momento que apareció la llave, era lógico que él pensara que ella tenía que tomar una decisión.
_________ tragó saliva, le costaba hablar.
- No estoy enamorada de Gustav.
- Esas fotos dicen algo muy diferente – dijo él soltándole las manos y yendo hacia la ventana.
- Las fotos pueden engañar. Ni siquiera lo he visto desde el día que estuvo en la casa. Y ese mismo día se terminó todo. No fue más que una aventura, un pasatiempo, como quieras llamarlo. Estaba muy sola, aburrida y supongo que quería lo que jamás había tenido.
- Lo que podrías haber tenido conmigo si yo no hubiese sido tan orgulloso y tan mezquino como para ofrecértelo – Tom volvió hacia ella y agregó -. Tú has sido más sincera conmigo de lo que me merezco, pethi mou. Si te he perdido ha sido por mi culpa. Me enamoré de ti la primera vez que te vi. Tú no te equivocaste con mis sentimientos. Fue como si la luz me golpease de pronto. Y cuando me pude recuperar del shock, lo único que quería hacer es salir corriendo.
- ¿Pero...?
- Pero tú debiste atarme los tobillos, porque no fui capaz de irme. Tú eras muy joven. Yo no estaba preparado para el matrimonio. Pero me daba miedo que otro hombre estuviera en condiciones de darte lo que yo no podía. Y si yo me iba de tu lado no iba a haber oportunidad de que estuvieras a mí alrededor cuando yo decidiera volver.
- No puedo creer que esos eran tus sentimientos – dijo _________, temerosa de creer lo que él decía, de que después de todo, no se hubiera equivocado cuando había creído que la atracción irresistible había sido mutua.
- Mis sentimientos eran esos. Pero no sabía cómo manejarlos, y además creo que estaba resentido por el poder de atracción que ejercías sobre mí. Pero luego, Max cambió todo. De pronto no tuve elección. Nunca, nadie, me había hecho hacer nada que yo no quisiera. Me sentí totalmente impotente. Me sentía como un caballo de raza que tu padre había comprado para ti. Atrapado por una adolescente. ¡Y me juré que no te daría nada que yo no quisiera darte!
_________ pensó en cómo se habría sentido. Y pensó amargamente en su padre, que les había destruido la posibilidad de ser felices.
- Lo comprendo – dijo _________.
- Pasaron dos años de nuestro matrimonio hasta que empecé a desearte nuevamente – Tom hizo una pausa -. No, no lo demostré. ¡Me hubiese dejado matar antes que acercarme a ti! Mi orgullo no me permitía doblegarme más aún al chantaje de Max. Tú eras una mujer a quien yo jamás tocaría.
- Sí –dijo ella.
- No te tuve en cuenta. Era una lucha entre Max y yo, y tú estabas en medio. Tú eras mi esposa. Yo no podía tocarte. Pero ningún otro podía tampoco. Pero cuando murió Max yo ya había decidido que seguirías siendo mi esposa, y entonces, al ser una elección propia, nuestro matrimonio sería real. Ya sabes, a mí no se me ocurría que tú pudieras tener otras ideas. Habías aceptado la situación por tanto tiempo... – terminó Tom con una sombra de desconcierto y vergüenza a la vez.
- Tú pensabas que con tu palabra bastaba... – _________ pensó que era muy arrogante, pero por lo menos era sincero.
- Yo pensaba que tú me amabas, y que por ello habías seguido a mi lado.
- ¿Pensabas que era la fiel Penélope?
- Fue muy vanidoso de mi parte. Cuando te oí hablar por teléfono con Schafer, me quise morir. Querías dejarme, y tuve que tomar medidas extraordinarias para que no te fueras. Realmente no pensaba que ese certificado fuera aún una amenaza para mí.
- ¿No? – _________ estaba pasmada ante tal afirmación.
- Simplemente lo utilicé para retenerte, y obligarte a que le dieras una oportunidad a nuestro matrimonio. Y no tenía derecho de hacerlo. El orgullo y el resentimiento me habían impedido hacerlo en vida de Max. Pero no quería enfrentarme a la posibilidad de perderte.
- No querías que ninguna otra persona te comprara calcetines... – dijo ella sonriendo, mientras se movía por la habitación.
- Hasta ahora había tenido calcetines suficientes para el resto de mi vida.
Hubo un silencio largo, Tom entonces carraspeó y siguió.
- Cuando dije que envidiaba la fortaleza de Isa en no ceder a las presiones de la familia de Dion Kiriakos para que dejaran la relación...
- ¿Dion es Kiriakos?- interrumpió _________.
- Es el hermano menor de Eleni. ¿No te has dado cuenta?
_________ negó con la cabeza.
- Isa no dejó que el orgullo interfiriera entre ella y sus sentimientos. Yo sí.
Tom se dio cuenta de lo que quería decirle con eso. Y de lo que le costaba decirlo. Era una lucha interior, que se habría ahorrado con él “Quieres dormir conmigo esta noche”.
- Puedes escribirlo si te resulta más fácil – dijo ella titubeando, pero con la felicidad aflorando a sus ojos.
- Cuando volví de París y tú ya no estabas, fue como encontrarme en un desierto. Había jugado y había perdido. Tú te habías escapado por fin del campo de concentración. Necesito que vuelvas a casa.
- La has puesto en venta – le dijo con crueldad que acababa de estrenar.
- Da igual que no me ames – la miró con desesperación, las manos entrelazadas fuertemente, subrayando la tensión interior en él -. Yo te amo tanto...
- Yo también te amo, pero no estaba dispuesta a volver hasta que no lo dijeras.
Tom la abrazó. Era hermoso volver a estar en sus brazos, y durante un rato largo no hubo más que silencio entre ellos, y besos, y un largo abrazo en el que parecían fundidos.
- Te he echado de menos todos los días a todas horas – le juró él -. Pensé que te había perdido.
Después de un rato en que parecían no poder desprenderse, _________ le preguntó:
- ¿Cómo te sentiste cuando tiré los calcetines?
- Si no hubieses estado enfadada conmigo, no te habrías tomado el trabajo de hacerlo. Eso me dio esperanzas – le confesó él con una sonrisa.
- ¡Has tenido suerte de que no te hiciera pedazos los trajes!
- Eso me hubiera dado más esperanzas todavía, pero creo que debo decirte que no tengo intenciones de aprender a cocinar – murmuró el burlón.
- Tienes otros talentos – le dijo _________, acariciándole el vello del pecho.
- ¿Eso crees? – sonrió él.
- Lo sé. ¿Para qué vas a perder el tiempo en la cocina cuando eres tan bueno en la sala de juntas?
- Pequeña bruja –protestó el con ternura, y la volvió a besar.
- Quiero ver esa casa que has comprado – le dijo ella.
- La he comprado para ti.
- ¿De verdad?
La besó nuevamente.
Fue ese día, pero muy tarde ya, cuando fueron a ver la casa donde empezarían una nueva vida juntos, lejos del pasado, lejos de todo menos del amor que compartían.

FIIIIIIIIIIIIIIIIIIINNNN........


HOLA!!!! BUENO ESTE ES EL FINAL ... AHORITA LES SUBO LA NUEVA PAG ... SIN MAS QUE DECIR ME DESPIDO Y GRACIAS POR LEER LA NOVE ... ADIOS Y GRACIAS :))

miércoles, 8 de julio de 2015

.- un matrimonio diferente ..-. 30 31 y 32

-Capitulo 30-
- No he dicho eso.
- No hace falta. Me has tratado como si fuera una leprosa durante mucho tiempo.
- El pasado es pasado ya.
- ¿Cómo puedes decir eso si estás dispuesto a que yo conviva con él? Pensé que tal vez si supiera algo podría ayudarte a encontrar ese certificado – dijo ella apenada.
- ¡Ah! Ahora lo entiendo. Lo quieres como pasaporte a tu libertad. Crees que con ese certificado en mi poder te dejaré marchar.
- ¿No es eso lo que quieres tu también?
- ¡Lo quería desesperadamente hace cinco años! Y hace una semana pensé que tenía ese certificado. Pero algo ha cambiado en mí desde que descubrí que esa caja no lo contenía. Pensé que era el final de un asunto. No quiero perder el tiempo en una búsqueda infructuosa. ¡Se terminó todo!
- No – dijo ella reprimiendo las lágrimas -. No ha terminado, mientras aún estemos juntos.
- Eso no era lo que pensabas mientras hacíamos el amor. O cuando te morías de placer en mis brazos.
- Por favor... – dijo indefensa ante la acusación.
Tom se acercó a _________ y le rodeó los hombros con las manos.
- Cuando estás en la cama conmigo eres caliente como el mismo fuego. Te gusta todo lo que te hago. Te gusta todo lo que te doy. Y lo que te hago sentir. Conmigo te abandonas, pierdes el control, te mueres de deseo...
- ¿Cómo puedes hablarme de ese modo? – _________ se estremeció ante sus palabras.
- ¡Puedes ser una prostituta en mi cama, y no me importa nada cómo eres en la cocina o en el salón! – dijo con énfasis a la vez que la miraba profundamente -. Pero quítale de encima esas fantasías adolescentes de amor verdadero con Schafer. No ocurrirá jamás mientras yo esté vivo. Eres mi mujer. ¡Hazte a la idea antes de que pierda la paciencia!
Tom dio un portazo. Ella entonces respiró.
_________ pensó entonces que tal vez sería mejor decirle la verdad a Tom acerca de Gustav. Pero la idea, después de las duras palabras de Tom, no la convencía.
“Caliente como el fuego”, “abandonada, una prostituta...” Tenía razón. Se había rebajado a un nivel absolutamente primitivo, se había dejado quitar sus principios, su decencia, su inhibición. Y entre esos principios figuraba el principal: para ella no podía haber sexo sin amor.
Bueno, Tom podía volver a sus chicas guapas. A ella le daba igual. ¡No era cierto! La idea de Tom con otra mujer le resultaba intolerable.
Con un sollozo ahogado, _________ abandonó la habitación.

- ¿Está trabajando Tom? – preguntó Isa.
- Probablemente – contestó _________.
_________ acababa de darse cuenta de la ausencia de Tom. Cinco años de soledad seguramente la habrían acostumbrado a no echarlo de menos. Pero la relación entre ellos había cambiado tan súbitamente que _________ hubiera deseado volver a los viejos tiempos en que se sentía separada de él.
- Esta tarde estuvo en la taberna. Lo comentó uno de los pescadores. ¿Está enfadado por algo, no? – Isa preguntó con un gesto de disgusto.
- Sí, hemos tenido una discusión.
- Aunque tiene un carácter muy fuerte, rara vez pierde el control. Pero da lo mismo, ya que mi familia no sabe muy bien cómo manjar sus cambios de humor. Mi abuela jamás alza la voz. Ninguno de ellos la levanta. No saben qué hacer cuando Tom se pone así. La única vez que lo vi, me resultó fascinante.
Isa miraba atentamente a _________, para ver su expresión y esperar su respuesta. Pero _________ permaneció en silencio, aunque con el ceño fruncido.
- Yo debía tener unos once años cuando oí hablar a mis dos tías sobre Tom. Se preguntaban entonces quiénes eran sus padres naturales. Yo ni siquiera sabía lo que quería decir eso.
_________ se quedó pasmada.
- ¿Sus padre naturales...?
La cara de Isa se puso seria.
- Por supuesto yo fui lo suficientemente estúpida como para ir a preguntarle a mi madre y ella se puso furiosa. Pasaron años hasta que pude comprender que en mi familia la adopción era un tema tabú.
- Sí – reconoció _________, simulando saber de qué se trataba. Pero internamente no salía de su asombro.
- Nadie habla de ello nunca. Todos los de fuera piensan que Tom es hijo de mi abuela. ¡Si mi abuela tenía entonces cuarenta y ocho años!
_________ se estaba sintiendo incómoda ante la conversación. Era evidente que la curiosidad de Isa no había sido satisfecha en su momento, sino todo lo contrario.
- El que fuese un secreto seguramente lo hizo más difícil para Tom.
- El tema de la adopción es mejor aceptado ahora que hace veinticuatro años – dijo _________ respirando hondo -. Pero es un tema muy delicado, no debiéramos hablar de ello, Isa. Y, por otra parte, yo no sé nada más que tú.
- Lo siento, no sé cómo se me ocurrió hablar del tema..
- Porque soy parte de la familia, supongo. Pero creo que Tom tiene derecho a mantener una cierta confidencialidad acerca de ello. Y puede que me equivoque, pero no creo que le apetezca que le hables del tema.
- No se me ocurriría.
Después de despedirse de Isa, se quedó pensando en lo que había descubierto ese día. Era algo que le inquietaba. No sabía nada acerca de Tom, y eso le molestaba. En la habitación descubrió un enorme piano, y decidió sentarse en la butaca frente a él.
O sea que Tom era un Kaulitz adoptado. Y _________ no debía molestarse por el hecho de que Tom jamás lo hubiese mencionado. Tom tenía tres hermanas, pero seguramente sus padres habrían querido tener un varón. Era evidente que la familia lo habría querido ocultar. Era cierto que nadie fuera de la familia lo sabía. Ella misma había leído muchas noticias sobre él en los periódicos, y en ninguna de ellas se hacía mención a ello.
¿A qué edad se habría enterado Tom de la verdad? ¿Habrían sido más sinceros con él que con la gente de fuera? En caso de que se lo hubieran ocultado, habría sido un shock seguramente.
_________ interpretaba un concierto de Chopin, que era el tipo de música con la que solía acompañar sus pensamientos más profundos.
Esperaba que Isa fuese discreta. Seguramente Tom no querría que se enterase más gente, y por eso no se lo había dicho a ella. O tal vez era un tema que no le importaba ya, en su vida de adulto.
Era evidente que él estaba muy unido a su familia. Incluso había sido capaz de casarse con alguien a quien no amaba para protegerlos, dejando sus propios intereses a un lado. Aunque le era difícil apreciar su sacrificio, teniendo en cuenta que a ella también la había sacrificado.
“Dios mío”, pensó. ¿Cómo podía vivir ella en un matrimonio en el que no se compartía nada más que una cama?
Pero era tarde para esas reflexiones. No tenía elección. Si hubiese tenido elección, ¿realmente hubiera tenido fuerzas para dejar a Tom? ¿Era mejor aceptar estas migajas que quedarse sin pan?
_________, fuera de sí, levantó las manos del teclado.
- ¡No pares!
_________ se quedó rígida. Lentamente giró la butaca, y se encontró con Tom en la sombra, al lado de la ventana. Parecía estar tenso. Le brillaban los ojos, llevaba la camisa medio desabrochada y una barba incipiente y castaña.
- Toca para mí – dijo cortante.
_________ volvió al teclado, y tocó nerviosamente, expresando en cada nota discordante un cierto desafío.
De pronto unas manos le apresaron las muñecas. Se hizo el silencio, interrumpido apenas por su respiración entrecortada. Sintió un escalofrío en todo el cuerpo cuando él se inclinó por encima de ella.
- ¿Por qué? – preguntó él, soltándole las muñecas.
- No soy tu esclava – murmuró temblando. Pero no era ese el motivo de su agresividad en el piano. _________ recordaba la primera vez que había tocado para él. La música era para ella una forma muy personal de expresión. Tanto que no la podía compartir con él.
- Toca – dijo él nuevamente.
- No tengo partitura.
- Puedes tocar durante horas sin ella – le recordó él.
_________, intimidada y disgustada por la presencia de Tom comenzó a tocar con desenfreno, un trozo de aquí, otro de allá. Pero no quería tocar, por lo que cometió varios errores, y finalmente abandonó.
- Eres muy obstinada. Detrás de ese aspecto frágil, se esconde una personalidad fuerte.
Sin embargo, _________ se sentía muy débil en ese momento. Se levantó lentamente, sin mirar alrededor.
- Háblame de él – le dijo Tom con calma. Pero le había interrumpido el paso, y no la dejaba salir.
- No sé de qué me hablas...
- De tu amante...
- No creo que te interese saber nada de él.
- ¿No? ¿Dónde lo has conocido?
- En Harrods.
- ¿En Harrods?
- Sí, nos conocimos allí y me invitó a tomar un café.
- ¿Ligaste con él en Harrods?
- ¡No ligué con él!
- ¡En Harrods! – repitió él como si no pudiese creerlo -. ¿Y dónde fue a parar el asunto después del café?
- A ningún sitio. Me lo encontré nuevamente a la semana siguiente.
- Déjame que adivine, el mismo día, en el mismo sitio, a la misma hora...
- No me acuerdo.
- Esperabas verlo otra vez.
_________ se quedó callada. Fue hacia la ventana y se quedó mirando la oscuridad de la noche iluminada por las estrellas, y el mar allí abajo. Kendall no tenía derecho a hacerle esas preguntas. Se puso furiosa.
- O sea que el affaire comenzó en Harrods... ¿Y en qué zona de Harrods?
- ¿Y qué importa dónde?
Tom se sentó en un sofá y estiró las piernas, simulando que se relajaba.
- Quiero hacerme una idea de la escena. ¿Fue en una lencería fina o en el salón de comidas?
- Me niego a contestar a una pregunta así.
- Mejor dejarlo librado a la imaginación. Pero, cuéntame, cómo fue ganando territorio...
- Muy fácil.
- Yo no estaba allí, ésa es la única razón por la que le fue fácil.
La arrogancia de Tom la decidió a no confesarle la verdad sobre su ruptura con Gustav. Veía que Gustav era la única arma para defenderse. Y _________ tampoco le confesaría que en brazos de su marido había sentido algo más que atracción sexual. Por nada del mundo iba a dejarle saber que estaba enamorada de él.
Recordaba perfectamente aquel día en París en que tanto la había despreciado pensando que ella aún lo amaba. Y no se perdonaría jamás decírselo.
El que amase a Tom no quería decir que no supiera lo despiadado que podía llegar a ser. Y el admitir su amor la haría totalmente vulnerable.
Tal vez fuese el tipo de mujer que asociara el amor con el dolor, una víctima de su propia condición.
Sentía una rabia hacia Tom, pero era consciente de que también disfrutaba de que en ese momento él tuviese puesta toda la atención en ella.
- No lo amas. Si lo amases te hubieses ido a la cama con él en la primera oportunidad que se presentase.
- ¡Lo creas o no, hay gente que es capaz de contenerse!
Tom se acomodó en el sofá y con ojos burlones le dijo:
- No parece que te hayas contenido mucho conmigo.
_________ se sintió peor aún.
- No es que me queje – sonrió Tom -. El deseo es algo que está de acuerdo con mis instintos naturales... me parece mejor que enamorarse cruzando miradas entre coles de Bruselas. ¿Fue en la planta de comida, verdad? Un verdadero romance.
-Gustav tiene más de romántico en un solo dedo de lo que tú puedes tener en todo tu cuerpo – le gritó _________ enfadada.
- Sí, te invito a un café. Yo te hubiese llevado a un hotel cercano y te hubiese derramado champaña sobre los pechos... Y te aseguro que a ti te hubiese gustado más.
_________ se puso pálida. De pronto pensó en cuántas mujeres habrían sido bañadas en champaña por su marido.
- ¡No me metas en un mismo saco con todas tus mujeres! ¡Me voy a la cama!
Y decidió que no iría a su cama. Por lo que entró en el dormitorio principal, recogió unas pocas cosas, y salió.
Un cuarto de hora más tarde, ella estaba acostada en la cama de un dormitorio al final del corredor y con la puerta con cerrojo.
Si estaban condenados a estar juntos, eso no quería decir que tuviese que dormir con él. Y se arrepentía de haber estado en la cama con él. Se había perdido el respeto.
Un ruido la alertó. Entonces vio una sombra oscura y silenciosa que entraba por la ventana de la habitación. Estuvo a punto de gritar, hasta que vio los rasgos de Tom que iluminaban con la luz de la luna.
- Dime, ¿este juego de camas separadas es parte del plan para hacer más romántica nuestra relación? ¿Se suponía que yo iba a trepar con una rosa entre los dientes y una caja de chocolates?
- Hay una altura considerable desde la ventana hasta la playa ahí abajo. ¡Te podrías haber matado¡.
- Y si me cayese, sería un engorro para ti. ¿Tendrías mucho que explicar?
Tom ni se había inmutado ante las muestras de horror que había dado ella al saber cómo se había arriesgado. Y era un riesgo inútil, absurdo para alguien como ella. Pero no para Kendall. Le gustaba el riesgo.
- ¡Estás loco! – dijo ella nerviosa ante lo que podría haber pasado.
- Dar patadas a la puerta no era un buen sistema con Isa en casa. Y hubiese asustado a los criados. No me hubiese gustado hacerte quedar mal.
- ¿Y tú no hubieses quedado mal? – preguntó ella, impresionada todavía por lo que había hecho.
- No, porque es la habitación de mi esposa, y estaba con cerrojo. Para los griegos eso es una provocación.
- ¡Te podrías haber matado! ¿Y hubiera valido la pena?
Tom se metió en el otro lado de la cama, y le dedicó una sonrisa de satisfacción.
- Pregúntamelo por la mañana – aclaró él, acercándose a ella.
- ¡No! – gritó _________ con pánico -. ¡Si vas a dormir aquí, yo dormiré en otra parte!
- Tú no dormirás conmigo. Dormirás en el suelo.
- ¡Por supuesto que no! ¿Qué te crees que soy?
- ¿Esperas que me disculpe por lo que te he dicho hoy? – dijo él apoyándose sobre las almohadas.
- ¿Qué?
- Pero lo que tú te has tomado como un insulto, yo lo considero un cumplido. Muéstrame a algún hombre casado que no quiera una esposa apasionada.
_________ se estremeció.
- Me has llamado prostituta.
- No es cierto. He dicho que me alegraba que te comportases como una de ellas en mi cama. Aunque necesitarías unas pocas lecciones para tener el diploma –murmuró él con provocación -. Y me muero por dártelas. ¿Qué más puedo decir en mi defensa?
_________ se estremeció. Tom la fascinaba incluso cuando estaba enfadada. Tenía un tremendo carisma.
- No podemos vivir juntos de este modo.
- Acabamos de empezar – Tom saltó de la cama, y la estrechó antes de que ella pudiera remediarlo.
- ¡No! – la furia de la boca de Tom la silenció. La fuerza de sus brazos la tomó por sorpresa. _________ apretó los puños y le pegó. Pero inmediatamente el deseo también se apoderó de ella.
Los labios de él presionaron la boca de _________, sumergiéndola en una oleada de excitación. La sangre galopaba en sus venas, el calor en su cuerpo iba aumentando.
Sintió el frío de la sábana en la espalda cuando él la apoyó de espaldas en la cama. Lo miró con desesperación, y él fue hasta sus pechos, que tomó y acarició con gesto posesivo. La respuesta de ella no se hizo esperar, y tampoco la pudo ocultar.
- Esto no es lo que quiero... – murmuró ella suavemente, tratando de vencer el deseo que la amenazaba.
- Pero tú me deseas...
- ¡No!
- Sí.
Tom jugó con sus labios. Ella descubrió la dulzura del whisky en su boca, y la aceptó, resignada a que la maestría de él la llevase por caminos de placer inexplorados.
- Me deseas... tanto como yo.
_________ gimió de placer cuando él se acercó con su boca a los pezones, tensando el cuerpo de ella como un instrumento de placer.
- Admítelo... – le exigió Tom, hundiendo sus manos detrás de la cadera de ella y empujándola contra él.
- ¡Sí, sí! – por fin admitió _________.
Había sido un grito de derrota. Ella se había rendido al calor de su boca y sus manos seguras, pero en su interior, ella sentía que había cedido algo más importante aún, imprescindible para su supervivencia.

-Capitulo 31-
_________ estaba sentada en la playa, a orillas del mar, abrazada a sus piernas flexionadas, escuchando el susurro del viento. El ritmo de las olas tenía un efecto tranquilizante, y el calor que iba dorando poco a poco su piel, la dejaba en un estado de pereza y calma que casi la adormilaba. ¿Cuántos días habían pasado? ¿Diez, once? Había perdido la noción. Lo importante era que Tom estaba con ella. No estaba por llegar, ni por irse, ni la iba a dejar sola durante interminables semanas, y ese convencimiento le daba una creciente seguridad.
Se sentía feliz, tanto que por momentos le daba miedo.
Cuando hacía un balance de su vida anterior, no recordaba haberse sentido así nunca. Y le asombraba que un motivo tan práctico como el que había llevado a Tom a poner lo mejor en su matrimonio hubiese producido el cambio, y que la hubiera hecho feliz.
Pero ella amaba a Tom Kaulitz. Era normal que se sintiera feliz por compartir interminables horas con él, por que él hiciera el amor una y otra vez, haciéndola sentir la mujer más deseable del mundo. ¿Entonces de qué se quejaba?
Nada era perfecto. Y ella tenía lo que siempre había deseado. Tenía a Tom. Tenía de Tom más de lo que cualquiera de sus mujeres había tenido. Se comportaba como un marido. Empezaba a hablar de “nosotros”, “nuestros”, y parecía pensar en términos de una pareja. Y eso era un logro en él.
Aunque tuviese unos lazos familiares estrechos, era evidente que Tom era una persona individualista. Y si bien era aparentemente extrovertido, guardaba en su interior un aspecto muy reservado de su carácter, que contrastaba también con la arrogancia que a veces mostraba. En cuanto a las emociones le resultaba más fácil ser sarcástico que cándido.
_________ jugaba con la arena y se preguntaba si realmente importaba que no la amase. Porque él la deseaba, la deseaba siempre, en todo momento. ¿Pero alcanzaría eso? ¿Adónde iría a parar ese sentimiento con el tiempo? ¿Se aburriría Tom? ¿Qué sería de ellos después de un año de relaciones? Ésa era una pregunta que nadie podía contestar.
Unos pasos interrumpieron los pensamientos de _________. Dimitri, un empleado de la casa, se acercaba a ella, con un paquete que parecía ser el almuerzo preparado como para hacer un picnic. La saludó en un inglés pausado y cuidadoso, y después, con gran ceremonia, extendió el mantel sobre la arena. Puso en él dos botellas de vino y dos vasos de cristal.
- Tom Kaulitz llegará de un momento a otro – le informó Dimitri.
- Gracias. Esto tiene muy buen aspecto – respondió ella.
_________ espió en la caja sin desenvolver y se le hizo agua la boca.
- Yo no esperar, ¿Tom?
- No hace falta – respondió _________, tratando de disimular su entusiasmo, cuando el criado dejó el sacacorchos sobre el mantel.
Era el último día que pasarían en la isla, pensó _________ con tristeza. Al día siguiente volarían a Atenas, y conocería al resto de la familia. Isa se había ido hacía dos días, comprendiendo que tal vez era una molestia para dos enamorados.
Tom se aproximo a ella con una sonrisa ancha. Llevaba un par de vaqueros gastados y transformados en pantalones cortos, y el pecho desnudo. Su aspecto era irresistible, pero la sonrisa era lo que más seducía a _________.
Por un momento pareció tener un aire juvenil y vulnerable, pero luego dejó paso a una mirada más profunda, interrumpida por el pestañeo de color dorado, por el que cualquier mujer se hubiese rendido a sus pies.
- Te queda bien el blanco – le dijo mirando la ropa de _________ y sentándose en la arena.
- Iba de blanco el día que nos conocimos – no supo por qué se lo dijo, en realidad se le había escapado.
- Sí – contestó Tom tenso, y levantó el sacacorchos.
No quería hablar del pasado. Era evidente. Pero ella, sin querer, ignoró su incomodidad.
- ¿Te has tomado una gran molestia viniendo hasta aquí para estar conmigo, no?
- ¿Sí? Dame tu vaso.
_________ alzó los dos vasos, y centró su atención en la boca sensual de Tom mientras éste servía el vino.
Tenía la sensación de que cuanto más cerca estaban, él más se alejaba de ella, poniendo una distancia casi invisible, como si no confiara en ella. ¿Y por qué iba a confiar en ella? Al fin y al cabo, él pensaba que ella aún suspiraba por Gustav.
¿Por qué no le había dicho la verdad aún? ¿Por orgullo? ¿Por ego? ¿O porque la existencia de Gustav lo había llevado a querer a demostrarle que era su verdadera esposa? Tom era muy competitivo, posesivo, defendía su territorio. La había mantenido atrapada como a una mariposa, a quien había impedido el vuelo durante cinco años, pero en el momento en que ella había podido escaparse y levantar sola el vuelo sin previo aviso, había querido establecer un desafío. No había podido soportarlo. Y si le contaba la verdad, ¿perdería Tom su interés en ella? De pronto _________ se sintió incómoda ante esa realidad. No le parecía muy conveniente jugar con una persona como Tom.
- Esto es para ti – le dijo él extendiéndole una caja ante sus ojos.
Cuando la abrió le encandiló el brillo del zafiro y el diamante que formaba el hermoso anillo.
- Es exquisito – atinó a decir ella, con cierta timidez, y luego por fin, se atrevió a mirarlo.
- Es un anillo para la eternidad...
- Sí, lo sé – dijo ella haciendo esfuerzos por no llorar de emoción.
- ¿Por qué estás tan impresionada? Es un regalo simplemente. Bebe tu vino antes de que se caliente – la incitó Tom.
Él sabía perfectamente por qué ella estaba tan asombrada. Tom jamás le había comprado un regalo. Nunca le había dado más que dinero. Incluso en las Navidades y cumpleaños no le había regalado más que dinero. Había ingresado cuantiosas sumas en su cuenta, pero jamás le había dado nada para desenvolver. Y todas las joyas se las había comprado ella. Muchas veces en las cenas que preparaba, le preguntaban por alguna pieza especialmente bonita, y ella decía que Tom se la había regalado, pensando en que efectivamente el dinero era de Tom, pero sabiendo que no era del todo cierto lo que decía. Y el recuerdo amargo de otro tiempo en ese momento le dio ganas de llorar.
- No lo quieres – afirmó él con una actitud hostil, que la sorprendió.
- ¡Por supuesto que sí! – dijo ella poniéndoselo junto al anillo de boda rápidamente, en la sospecha de que si no lo hacía en cualquier momento se lo quitaría y lo arrojaría al mar.
Tom aflojó la tensión del rostro. Ella entonces se dio cuenta de que a él también le inquietaba la situación, y de que se sentía culpable de esos terribles años de regalos impersonales.
- Mi padre solía regalarme dinero también. Y nunca esperé otra cosa de él. La única vez que me hizo un regalo...
- ¿Fui yo? Y yo no fui un regalo propiamente dicho, ¿no? – dijo él con una risa forzada y triste.
- Iba a decir que lo único que me regaló fue el escritorio de mi madre. Y ya sabes que no vale gran cosa. Es bonito, pero él no sentía nada especial por ese mueble. De hecho estaba en el ático, y lo tuvo que hacer restaurar, pero él dijo... ¿Sabes lo que dijo? – terminó ella con entusiasmo.
- ¡No me interesa en lo más mínimo! – dijo él con impaciencia, y una sombra que expresaba intensas emociones.
Tom se acercó a ella para que le prestara atención.
- Lo que quiero decirte es... - dudó Tom -. ¡Dios! ¡Desearía no haberme pasado cinco años siendo un cerdo, y un arrogante, haciéndote pagar lo que Max hizo conmigo! ¡Aunque ahora no veo las cosas de ese modo! – Tom daba golpecitos nerviosos en la muñeca de _________, expresando lo difícil que le resultaba admitir esos sentimientos y simplemente no podía pensar en el escritorio del que le hablaba ella.
- Ahora comprendo tu manera de comportarte en todo ese tiempo...
- Tú tenías Dieciséis años y estabas encaprichada conmigo...
Ella bajó la vista y bebió el vino.
- Y creo que entonces también tuve la vaga idea de que eras inocente y de que no sabías nada del chantaje de tu padre. Podría haber sido más amable. Tú eras casi una niña. Era más inocente de lo que es actualmente Isa. Cuando os veo juntas ahora, veo cosas que no quise ver hace cinco años.
- Eso no importa ahora...
- Debo haberte hecho mucho daño.
- Sí. Pero ya lo he superado – _________ forzó una sonrisa inestable. Se sentó de rodillas y alargó la mano hasta la caja de la comida para desenvolverla -. ¿Qué quieres comer?
- ¿La comida? – explotó Tom.
Se acercó a ella y, sujetándola fuertemente y tomándole la cara entre sus manos, le dijo:
- Olvídate de la comida – le dijo Tom algo enfadado. Pero también empleaba un tono de disculpa y deseo.
Y olvidó rápidamente la comida, tan pronto como él acercó la boca a la de ella. _________ perdía el control en sus brazos. Le deseaba una pasión que la consumía. No se trataba de una seducción de los sentidos, sino de un asalto repentino, en el que se despojaban de la ropa en un acto desesperado. La excitación se abrió paso, borrando todo, excepto la necesidad que tenía del cuerpo de Tom.
_________ echó la cabeza hacia atrás cuando él se dispuso a recorrerla, con gemidos de placer y satisfacción. A partir de ese momento no hubo más que sensaciones, alcanzando juntos el éxtasis. Y finalmente la dejó en una quietud casi sobrenatural.
Tom le dijo algo en griego abrazándose a ella.
- ¿Te he hecho daño? – preguntó él entonces.
La había sorprendido una vez más. _________ entonces le recorrió la espalda con su mano, en un gesto que también indicaba posesión. Pero era evidente que Tom siempre la sorprendía, dentro y fuera de la cama.
- No – dijo ella sonriendo.
- ¡Dios mío! Podría estar aquí todo el día – dijo él, y se giró con ella encima -. Cada vez que te miro estás más hermosa, agape mou. A los Dieciséis parecías un ángel, pura, inmaculada. Ahora eres una mujer, con los labios hinchados de mis besos, tu pelo hecho un lío – murmuró él entusiasmado -. Pero todavía me quitas el aliento.
- ¿Si?
- ¿Y todavía lo dudas? La última vez que hice el amor en la playa era un adolescente – la incorporó al mismo tiempo que él se levantó, y con una sonrisa burlona le dijo - Ahora comamos.
Toda su tensión se había ido. Había dicho todo lo que necesitaba decir. Había mostrado arrepentimiento por todos esos cinco años. La culpa lo había golpeado por fin. Y era ahora cuando comprendía que no sólo él había sido la víctima de Max.
Max había podido prever que Tom guardaba rencor a su hija y se sentiría una terrible amargura por ser obligado a casarse. Y seguramente también había calculado que tendría otras mujeres. Pero de lo que no se había preocupado en absoluto era que ella fuese feliz. Sólo le había interesado un marido poderoso y rico.
- ¿Por qué estás tan seria?
- Estaba pensando en Max.
- Dondequiera que esté, se debe estar riendo como una hiena ahora mismo. Aquí estamos, haciendo lo que él quería que hiciéramos, y tarde o temprano seguramente también tendremos un hijo...

-Capitulo 32-
- ¿Un hijo? – _________ no podía creerlo.
- Sí, una de esas cosas rosadas, que se pasan el día llorando y que requieren bastante práctica en sus cuidados. Hay gente a la que les gustan mucho. Pero tal vez a ti no te gusten.
- Sí, me gustan. Sólo que no se me había ocurrido pensarlo – realmente no lo había pensado, pero en ese momento la idea le gustó.
Tom la rodeó con sus brazos, y la abrazó.
- Tal vez el año que viene – le dijo él con una sonrisa que premiaba la respuesta afirmativa de ella.
- Sería un problema para ti si rechazara esa idea, ¿no? Teniendo en cuenta que estás obligado a estar conmigo...
- ¿Es eso lo que piensas?
- Es la verdad, ¿no es así? – _________ deseó no haber hablado, porque temió que la felicidad de los días pasados se desvaneciera.
- Nuestro matrimonio será lo que nosotros hagamos de él – se dio la vuelta, y la colocó entre sus muslos. Entonces la miró intensamente y le dijo -.Compréndelo. Acéptalo. No mires atrás.
Entonces la besó, y le sirvió vino y le ofreció comida. Pero ella no tenía hambre realmente. Lo observaba atentamente, y por primera vez fue optimista acerca del futuro juntos. Si él podía olvidarse del pasado ella haría lo mismo. Y tal vez lo primero que debía hacer era contarle la verdad sobre Gustav.
- ¿Tom...?
En el mismo momento en que ella se disponía a hablar alguien desde la casa llamó a Tom. Éste se puso de pie en un salto, y con enfado dijo:
- ¡He dicho que ninguna llamada, ninguna! ¡Ninguna interrupción!
Entonces el criado se acercó y le respondió:
- Es urgente.
- ¡Espero que sea muy urgente! Quédate aquí...espérame – le dijo a ella en un aparte.
Lo vio alejarse por el sendero que iba hacia la casa. _________ se sirvió unas fresas del almuerzo. Miró su anillo desde todos los ángulos, y de pronto se sintió eufórica. Aunque sería un esfuerzo contarle la verdad sobre Gustav cuando regresara. Porque el sol le había dado sueño.
La despertó un ruido. Estaba sobresaltada, desorientada. Vio un helicóptero en el cielo, colgando como un pájaro gigante negro. Un momento después estaba atravesando la bahía. Se quitó el pelo de la cara y miró el reloj. Había dormido un par de horas y Tom no había vuelto.
Recordó entonces la llamada telefónica. Al menos ella habría creído que había sido una llamada telefónica urgente. Descubrió las medias a un costado y se las puso sonriéndose y se acomodó el vestido arrugado. Cuando llegó a la mansión notó un silencio abrumador. Dejó las cosas del picnic a un costado. El personal parecía haberse esfumado. Sintió que algo no marchaba bien, era un presentimiento. Tom estaba en su oficina mirando algo en su escritorio.
- Te has olvidado de mí. Pero te perdono – dijo ella bromeando desde el quicio de la puerta.
Él levantó la vista y la miró con ojos de hielo. _________ sintió que la pulverizaban. Y supo que su sexto sentido no la había engañado. Él la escudriñaba con el gesto grave, reprimiendo una rabia que se le escapaba en la mirada, intimidándola como él lo sabía hacer.
_________ se puso pálida.
- ¿Qué ocurre?
- ¿Cómo lo sabes? – preguntó él con ira contenida.
- ¿Qué es lo que ocurre? – preguntó ella con ansia.
- Ven aquí. Tengo algo que mostrarte.
Sobre el escritorio había una colección de fotos. _________ se acercó a ellas y se inclinó para verlas bien. Sintió vértigo en el estómago. Hubiera querido morirse. En las fotos estaba ella con Gustav.
No podía creerlo. Miraba una tras otra como para convencerse. Gustav y ella caminando por una calle llena de gente, besándose en un pub, abrazados a la entrada de otro establecimiento, sonriéndose. Se le debilitaron las piernas. “¿Por qué ahora?”, hubiese querido gritar. ¿Por qué en ese momento que eran tan felices?
- ¿De dónde han salido? – dijo ella.
- ¿Sabías que tenías a un fotógrafo detrás de ti?
- No.
- ¿Sabes lo que vale en el mercado una foto de mi mujer con otro hombre?
_________ miraba a la nada, sin poder reaccionar. A pesar de las precauciones que había tomado, la habían reconocido y le habían tomado fotos. Y ella ni siquiera lo había sospechado.
Tom habló de una suma extraordinaria y se quedó como esperando alguna respuesta de parte de ella. Pero _________ no podía pensar ni hablar.
- Esta foto ha sido ofrecida a la prensa. Si el dueño del periódico no hubiese sido uno de mis amigos más íntimos y su editor no se hubiese dado cuenta, ¡las hubiesen publicado!
- Las has comprado...
- ¡Eres mi esposa! ¿Qué iba a hacer? – gritó él con furia.
- ¡Deja de gritarme! – dijo ella desesperada -. Lo lamento, no he podido evitarlo. Y además lo de Gustav terminó. ¡Terminó cuando volvimos a Londres! Debería habértelo dicho antes.
- No mientas – la interrumpió.
- No miento. Terminó hace tiempo.
- ¡Serías capaz de decirme cualquier cosa con tal de protegerlo! – dijo él dando un golpe sobre las fotos, tensando las facciones en señal de disgusto.
- No me estás escuchando. No me crees.
- Da igual. ¡Nunca me han humillado tanto!
¿Daba igual entonces su relación con Gustav? La idea de su matrimonio se venía abajo nuevamente. Había sido estúpida ilusionándose. A Tom sólo le importaba su imagen pública, su honor de macho humillado. Mientras él se había mostrado con todas las mujeres que le había apetecido, ella no tenía derecho a nada. Debía tener una conducta irreprochable en ese sentido.
Se sentía mareada. Lamentó haberse sentido culpable y haber sentido necesidad de pedir disculpas a Tom. Su deseo había sido no causar más daño a la relación entre ellos, pero ahora Tom había demostrado que su matrimonio era vacío, al menos por parte de él.
- ¡Si para ti esto es una humillación, es que has tenido una vida fácil! – dijo ella.
Él se quedó quieto, sin poder creer lo que oía.
- Yo he vivido cinco años de humillaciones. Todo el mundo sabe lo que tú valoras tu matrimonio, Tom. De eso te has asegurado muy bien. Pero cuando las cosas ocurren del otro lado se trata de una ofensa inadmisible. Alégrate de tener los contactos y el dinero para impedir su publicación. Yo no contaba con ellos – dijo ella en un rapto de dignidad -. Y tuve que soportar las miradas de lástima de tus invitados en las cenas que organizabas...
Tom se puso palido.
- Yo no me consideraba casado.
_________ miró nuevamente las fotografías, y respondió.
- Yo tampoco...
- Eso es diferente – siguió Tom irracionalmente, llevado de la ira.
- Sí, yo fui más sensible – dijo ella con lágrimas asomando a sus ojos, pero reprimiéndolas al fin -. Y más cobarde también como para hacer algo. Pero no voy a agachar la cabeza como si fuera una pecadora y tampoco voy a decir “lo siento”.
- Theos mou... – dijo él en griego con los puños apretados.
- Porque no lo siento. De hecho me hubiese gustado que tu amigo las publicase para que supieras lo es que durante un par de semanas. ¡Yo he tenido que soportarlo durante cinco años! – le gritó en un arranque de rabia y desesperación -. ¿Te sorprende Tom?
- Tú, desgraciada... - la miró con impasividad, como si todos sus sentimientos hubieran desaparecido de pronto.
Ella continuó.
- Pero es algo natural en los hombres, es algo que las mujeres no podemos comprender – dijo ella recordando las palabras de él, y hubiese querido callarse, pero descubrió que no podía frenar su deseo de hablar -. Sólo hice lo que tú, pero más tarde que la mayoría, como dijiste. Eso sí, no he sido tan retorcida como tú, justificándome, ni haciéndolo para hacer daño a nadie ni humillarlo.
Tom se dio la vuelta en silencio y se marchó, dejándola sola, temblando y dolorida en su interior. Se preguntaba de donde le habrían salido sus palabras. Pero supo que desde dentro de su ser. Tantos años aguantando la amargura y la pena, habían desembocado a esa explosión.
Tom se había sentido humillado. Algo muy grave para un griego que aún estaba en la época de las cavernas. Su apreciado honor, era lo que más le pesaba. Había esperado que le pidiera perdón a sus pies. Con menos no se hubiera conformado. Lo que menos esperaba era el desafío de sus palabras. Él se regía por unas reglas, pero ella debía regirse por otras.
_________ se tapó la cara con las manos. Se sentía vacía. Había sido una tonta una vez más. Tom no la había dejado abandonarlo, la había llevado a la cama, había desplegado nuevamente sus encantos sobre ella, y ella había vuelto a caer. ¡Y en realidad le importaba tan poco a él! Era muy doloroso saber que al hombre al que amaba no le importaba nada.


La limusina viajaba a gran velocidad entre el tráfico de Atenas. Por el rabillo del ojo veía a Tom servirse un trago. Le sirvió otro a ella sin que se lo hubiera pedido. Bebió sin fijarse en el contenido. Parecía zumo de naranja. La atmósfera era tensa. Ella se sentía nuevamente amenazada.
¿Dónde había dormido él la noche anterior? Era de madrugada y él aún no había llegado. Tampoco había ido a almorzar. Aunque ella no podía decir que se sintiera decepcionada por su ausencia. Eso sí, había tenido que maquillarse a fondo para disimular el rojo de sus ojos. No le apetecía en absoluto conocer a la familia de Tom en ese estado. Estaba hecha un manojo de nervios.
Se había alzado un silencio denso entre ellos. Por momentos lo toleraba y por momentos hablaba de cosas intrascendentes para disimularlo.
- Cuando volvamos a Londres intentaré arreglar el escritorio de mi madre. Max me dijo que lo cuidara. Tal vez podría tener un...
- ¿Cajón secreto? – dijo él sarcásticamente.
_________ estaba resuelta a encontrar ese certificado, se lo había jurado. No era justo que ella fuera el rehén para que la familia de Tom estuviera a salvo de algo. Aunque pensaba que era paranoico de parte de Tom pensar que ese certificado fuese aún una amenaza, a pesar de la muerte de Max.
Sin querer, _________ dejó escapar ese pensamiento por la boca.
- No pienso correr ese riesgo – dijo Tom.
- ¡Voy a terminar pensando que estás tapando un crimen o algo así, algo verdaderamente horroroso! – dijo ella temblorosa.
- ¡No es nada tan dramático! – dijo él con una risotada -. Puedes tener la conciencia tranquila.
- Me gustaría que me dijeras algo sobre el certificado – dijo ella dudando.
- ¿Y poner a tu alcance la tentación? ¿Crees que no sé lo desesperada que estás por ser libre? ¿Me crees tan estúpido?
- No le haría daño a tu familia – dijo _________ pálida.
- Espera a conocerlos.
- ¿Y eso qué quiere decir?
- Ya verás.
Tom se apartó de ella. Decididamente tenía un gesto amargo. _________ comenzó a pensar que la reunión familiar que iban a tener no iba a ser muy tranquila. ¿O estaba equivocada?
¿Por qué se obstinaba en actuar como si para ella las fotos con Gustav no hubieran sido una sorpresa? Los nuevos y frágiles lazos que ellos habían trazado se habían visto destruidos por el recuerdo brutal del pasado.
_________ reconocía que en su intención de defenderse, había usado esas fotos para desahogarse, y que tal vez había sido un error.
Estaba furiosa. La culpa no era de Tom. Estaba furiosa porque no era capaz de tomar las riendas de su vida. Se sentía víctima de su padre, de quien había intentando ganarse la aprobación hasta el fin de su vida, e incluso víctima de Gustav Schafer.
Debía aceptar que la frustración, el arrepentimiento y la humillación habían sido producto de su pasividad. Tom no había participado en su decisión de aceptar el matrimonio que le había propuesto su padre. Ésa era una realidad devastadora. Y lo peor era que ella no la había querido ver hasta ese momento.
En ningún momento, durante los cinco años de matrimonio, se había atrevido a discutir la situación, y Kendall no había estado en posición de exigir su libertad. En parte no se extrañaba de que Tom pensara que ella había estado obsesionada con él, o que no quería perder su status y su holgada posición económica.
Y ahora pensaba cómo se habría sentido ella si le hubieran mostrado una serie de fotos íntimas con otra mujer... se habría puesto furiosa. Pero Tom había sido siempre muy discreto. Nunca se había dejado sorprender en una actitud de ese tipo con una mujer. Habían llenado las revistas de chismes y sospechas, pero nunca habían tenido ninguna prueba de que él tuviese una relación íntima con una mujer. 



HOLA!! BUENO AQUI ESTAN LOS CAPS ... YA SON LOS ULTIMOS CAPITULOS ... EN LA PROX PUBLICACION TERMINA ... BUENO QUE ESTEN BIEN .. ADIOS :))